| Islote // Islotes // Islotito: El término islote tiene en la toponimia de Lanzarote (y en su habla popular) dos referencias bien distintas: primero, la común de 'isla pequeña', que se da a las islas del archipiélago «chinijo» del norte, en su conjunto (y específicamente a las de Montaña Clara, Alegranza y Roque del Oeste), y a las otras «isletas» de la costa de Arrecife (Islote de las Aves, Islote de San Gabriel, Islote de Fermina) o de la costa de Tinajo (Islotito el Mariscadero y El Islotito); y segundo, la particular de Lanzarote, con referencia a un accidente del interior, de 'pequeño espacio de tierra cultivable rodeado totalmente de lavas volcánicas', como aplicación metafórica del sentido general primero a ese mínimo espacio de tierra útil.
Los topónimos con esta segunda acepción, que son muchos (unos 25), aparecen sólo en los municipios de Tinajo y Yaisa, y en las zonas cubiertas por las lavas del Timanfaya, por lo que hay que suponerlos (a ambos, a los accidentes como tales y a sus correspondientes topónimos) de creación moderna, posteriores a las erupciones de 1730-36. El complemento con que suelen designarse estos Islotes, constituido generalmente por antropónimos (Islote Cho Gregorio, I. Cho Capote, I. de Fermina, etc.), denotan la vinculación a una propiedad. El más famoso de ellos es el Islote Hilario, en el mismo centro del Parque Nacional de Timanfaya, sobre el que se cuenta la leyenda de que en él existía una higuera frondosa pero sin fruto, «porque nunca puede salir fruto del fuego».
El término islote con este segundo sentido ha sobrepasado los límites de Lanzarote y se ha instalado también como topónimo en la isla vecina de Lobos (Islote de Barreto e Islote de la Cárcel), y hasta en la parte más cercana de Fuerteventura, en el mun. de La Oliva (Islote Rodrigo, Islote Redondo, etc.).
Volcán : Curiosamente, siendo las Islas Canarias un territorio totalmente volcánico, el término volcán es extraño como topónimo aunque no como apelativo. La razón es obvia: la voz entra en el castellano muy tardíamente, a partir del siglo XVII, primero en la literatura y mucho más tarde en el habla popular, a partir del port. vulcâo, que en esa lengua se formó figuradamente sobre el lat. Vulcanus 'dios del fuego' (Corominas y Pascual: DCECH). Así que con razón volcán sólo puede estar aplicado en la toponimia de Canarias a aquellos «volcanes» surgidos después del siglo XVIII.
A su vez, dos acepciones distintas tiene este término en la toponimia de Canarias, en general, y de Lanzarote, en particular: la más extendida de 'terreno cubierto de lava', como malpaís, y la más restringida de 'cono volcánico', como montaña, pero en ambos casos con la particularidad de haber sido fruto de una erupción reciente. Ejemplos del primer uso son el topónimo Volcán del Malpaís (HA 4.124), en que quedan en oposición volcán y malpaís, para designar justamente la erupción más reciente dentro de un mar de lavas antiguas, y los topónimos respectivos de Montaña y Volcán de Tahíche, que se refieren, respectivamente, al edificio volcánico en sí y al mar de lavas de él derramado. Como ejemplo del segundo uso está el topónimo Volcán Nuevo (TO 8.134), en la zona de Tinguatón, fruto de las últimas erupciones habidas en la isla en el siglo XIX.
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