Investigaciones filológicas de canarias Fundación César Manrique Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
 
Sonsamas
 

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 Variante 1: Zonzamas
 Variante 2: Sonsama
 Municipio:  Teguise
Identificación Territorial: Espacio pequeño
Clasificación Descriptiva: Morfotoponimia
Espacios complejos

Espacio pequeño
  Comentario:
 

Debemos aclarar que la cartografía actual, así como las publicaciones de todo tipo, incluso letreros de carretera, mapas turísticos, etc. escriben siempre Zonzamas. No así las fuentes históricas y las anotaciones en documentos históricos, en donde es alternante la escritura con s y con z . Pero si hemos de hacer caso a la tradición oral -y debemos hacerle caso-, el topónimo debe escribirse Sonsamas, tal cual se pronuncia, y además, en proceso de evolución, Susama, como nosotros hemos oído claramente a varios informantes del lugar (y no es extraño que dé un paso más en su evolución a Susana, por etimología popular). Pues bien, el llamado Sonsamas era el rey guanche de Lanzarote en la época en que el vizcaíno Ruiz de Avendaño arribó a la isla (hacia 1377). Su fama se debe tanto al episodio amoroso que tuvo Avendaño con la mujer de Sonsamas, la reina Fayna, del cual nacería la princesa Ico, quien, a su vez generaría una famosa leyenda, como a los restos arqueológicos que han quedado de su vivienda y de la cultura de la época, los más importantes de la isla.


Que el topónimo Sonsamas hace referencia a una población aborigen no cabe la menor duda, pero también que siguió siendo población tras la conquista. Hoy el topónimo Sonsamas tiene como referencia principal una zona del mun. de Teguise más la de una serie de accidentes geográficos en ella enclavados (una montaña con su correspondiente caldera, una cueva, un llano y una peña), pero ningún poblado. Sin embargo, en las primeras cartografías aparece como poblado y sí se cita en varios documentos del archivo histórico de Teguise hasta el siglo XVIII, como el lugar de Las Sonsamas. Y por el contrario, a la montaña que ahora se llama de Sonsamas se le nombraba hasta bien estrado el siglo XX únicamente como Montaña de la Rosa (así en el relato que Hernández-Pacheco hizo de su viaje de exploración a las montañas de Lanzarote en 1907).