| La Virgen de los Dolores o de los Volcanes, que las dos advocaciones se alternan, es la patrona de Lanzarote, pero lo es desde tiempos bastante recientes. La tradición dice que fue así: Al comenzar la década de los treinta del siglo XVIII, la isla de Lanzarote se vio estremecida por una gran erupción volcánica, que cubrió de lavas incandescentes una gran parte de la isla y que la sacudió durante seis años, hasta 1736. Fue la erupción del Timanfaya. Hasta esas fechas, la devoción popular recurría a diversas advocaciones marianas en sus necesidades. Pero en aquellos momentos angustiosos sus ojos se volvieron hacia quien podía comprender los sufrimientos que asolaban a los lanzaroteños: la Virgen de los Dolores. En 1824 volvió a temblar la tierra y volvieron a abrirse nuevos volcanes alrededor de la Montaña de Tinguatón, en la zona de Tinajo. La población se aferró entonces a sus creencias y rogó a la Virgen de los Dolores su intervención para calmar la ira de los volcanes. Ante la amenaza de un río incandescente de lava que se dirigía hacia Tajaste, el padre guardián del convento franciscano de Teguise, que se encontraba a la sazón en Tinajo, organizó una procesión encabezada por un cuadro de la Virgen de los Dolores que estaba en la entonces ermita de San Roque. Llegada la comitiva a Guiguán, prometen levantar un templo a la Virgen si Tinajo se salvaba de la desgracia ardiente. Un penitente se adelanta y planta una cruz en el suelo, y al llegar a aquel punto, la lava se detiene y cambia su curso. Cesado el volcán, los lanzaroteños levantan allí una ermita, para testimoniar así su agradecimiento a la Virgen y mostrarle su devoción. Se hizo primero una ermita que se abrió al culto en 1800, pero su endeble construcción cedió pronto y hubo de ser reparada, con construcción más sólida hasta culminarse en el año 1861. El Santuario es blanco y discreto, simple y austero en su trazo; lugar adecuado para el recogimiento a la hora de expresar las fatigas padecidas en el campo y en la cercana mar de la costa de África. Una adecuada integración en el paisaje es la nota predominante que sobresale de la ermita de Mancha Blanca, conforme lo hace la arquitectura popular de Lanzarote, simple, original, armoniosa y bella.
El santuario está ubicado en el caserío de Mancha Blanca, en el municipio de Tinajo, celebrándose cada 15 de septiembre la fiesta patronal con una romería que reéne a todos los municipios y pueblos de la isla. Isaac Viera nos ha dejado una deliciosa descripción de las romerías que se organizaban en los comienzos de este siglo, donde no faltaban sillas de mano para las familias acomodadas, ni el tradicional camello. En la actualidad han cambiado los medios de transporte que se utilizan para llegar al santuario; pero no la devoción de los que acuden en peregrinación ni el alegre bullicio de los ventorrillos. Tampoco el camello falta, dando una pincelada de tipismo a la fiesta grande la Isla de los Volcanes.
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