|
Esta Toponimia de Lanzarote y de los islotes de su demarcación forma parte de un proyecto global de investigación que pretende: en primer lugar, recoger, en segundo lugar, inventariar y cartografiar y, en tercer lugar, estudiar la toponimia viva y funcional de las Islas Canarias.
Cada uno de esos objetivos, en cada una de las fases y en cada una de las islas del Archipiélago, tiene problemática particular, pero para todos ellos y para todas las islas se pretende utilizar una misma metodología que permita al culminar todo el proyecto tener una visión científica del conjunto de la toponimia canaria y hacer los pertinentes cruces y comparaciones numéricas y porcentuales, lingüísticas y toponomásticas, etc.
Desde la década de 1990, un equipo interdisciplinar vinculado a las Universidades de Las Palmas de Gran Canaria y de La Laguna, dirigido por el Dr. Maximiano Trapero, Catedrático de Filología Española de la ULPGC, viene estudiando la toponimia de las Islas Canarias, partiendo de la unidad territorial que significa cada isla, y a partir de tres fases sucesivas de actuación:
1. Nueva recolección sistemática de la toponimia de cada isla, recogida de la tradición oral.
2. Cartografiado e inventario del corpus toponímico de cada isla.
3. Estudio lingüístico (fonológico, morfosintáctico, léxico y semántico) del corpus toponímico de cada isla. Dentro de este punto, es fundamental el sistema clasificatorio, informatizado, que da cuenta de cada uno de los términos del corpus, bajo los siguientes aspectos particulares:
3.1. Desde el punto de vista geográfico (poblamientos, vías de comunicación, morfología del terreno, naturaleza del terreno, hidrotoponimia, etc.).
3.2. Desde el punto de vista biológico (fitotopónimos y zootopónimos).
3.3. Desde el punto de vista histórico y socio-cultural (antropónimos, anteriores o posteriores a la conquista de las Islas, de referencia socio-económica, de referencia histórico-cultural, etc.).
3.4. Desde el punto de vista lingüístico (procedencia del término, valoración aspectual, calificación metafórica, etc.).
Los nombres de lugar constituyen uno de los rastros más claros, más elocuentes y más duraderos de la historia de un territorio: a través de ellos podemos conocer su propio origen, su naturaleza y constitución y los distintos grupos étnicos que sucesivamente se han asentado en él. Fijados por la tradición, los topónimos llegan ─como si fueran fósiles─ a revelar hasta los estratos más antiguos de la formación cultural de un pueblo y de su territorio. Y en este sentido, la toponimia de Canarias nos ofrece las muestras más abundantes y ricas de la cultura aborigen prehispánica.
Esta Toponimia de Lanzarote es una obra colectiva y compleja, tanto por lo que se refiere a su contenido como a la forma y tiempos en que ha sido realizada. La inició MANUEL ALVAR y un grupo de alumnos suyos en 1971 y la han culminado MAXIMIANO TRAPERO y ELADIO SANTANA MARTEL con otro grupo de colaboradores en 2006. Es una obra que ha requerido de un intenso trabajo, de consulta, de comprobación, de búsqueda y de interpretación. Y es una obra compleja por la forma en que se presenta: en formato de libro y en formato digital. Éste, basado en una aplicación informática original y novedosa, ofrece unas posibilidades de información impensables en el formato libro, las de la simple consulta de un topónimo, o del lugar que éste ocupa en el mapa, o la imagen del accidente nombrado, o la referencia geográfica, histórica o lingüística que las palabras que forman cada topónimo tienen en la isla de Lanzarote, etc., pero también la información que busque el investigador o curioso a través de las innumerables combinaciones que el programa permite realizar sobre los distintos campos de la base; y además unas 600 fotografías de lugares concretos (la más completa colección de fotos de Lanzarote publicada hasta la fecha), reproducción de cartografías antiguas de la isla, comentarios históricos y lingüísticos a algunos de los topónimos principales, etcétera.
|