Investigaciones filológicas de canarias Fundación César Manrique Universidad de Las Palmas de Gran Canaria
 
Islotes, Los
 

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 Variante 1: Archipiélago Chinijo
 Municipio:  Teguise
Identificación Territorial: Gran espacio
Clasificación Descriptiva: Morfotoponimia
Espacios complejos

Gran espacio
  Comentario:
 

A la demarcación de Lanzarote se le ha asignado desde siempre el conjunto de islas, islotes y roques que se sitúan en su parte norte. Así los denomina Viera y Clavijo (1982a: I, 17-19), estando constituido, según él, por una «isla»: La Graciosa, dos «islotes»: Alegranza y Montaña Clara, y dos «roques»: Roque del Este y Roque del Oeste. Excepto La Graciosa, que tiene una población estable desde principios del siglo XX, son «tierras todas -dice Viera (1982b: islote)- montuosas, áridas y desiertas». Y especifica a continuación: «En la Alegranza se coge orchilla; en la Graciosa pastan los ganados durante el invierno; en Montaña Clara se buscan los mejores pájaros canarios; en la isla de Lobos se hacía antiguamente la pesca de las bestias marinas de este nombre; y en todas se encuentran huevos de tortugas, mariscos, conchas, etc.». Debe decirse que, en la actualidad, la isla de Lobos, también despoblada, se incluye en la demarcación de Fuerteventura.


No ha habido nunca una denominación específica para este conjunto de uso general. Quizás la más usada haya sido la de Los Islotes . Sólo modernamente se le ha empezado a llamar Archipiélago Chinijo, desde aproximadamente la década de los 80 del siglo XX, y así empieza a usarse en geografías locales, mapas turísticos, ensayos periodísticos divulgativos y otras publicaciones. Pero tal denominación fue implantada desde el exterior de la isla y desde la «erudición», sin que hasta la actualidad se haya hecho popular entre los naturales lanzaroteños y ni siquiera se haya aceptado. Y sin embargo, la palabra chinijo pertenece por entero y en exclusiva al léxico popular de Lanzarote, significa 'pequeño' (derivado probablemente, por síncopa, de chiquinajo) y se aplica casi con exclusividad a los niños, con un sentido muy cariñoso. De ahí que, metafóricamente, el término haya pasado a la geografía para nombrar al «archipiélago pequeño» del norte de Lanzarote.


De la presencia de estas islas «menores» en la historiografía y cartografía primitiva, cabe decir que La Graciosa aparece, por lo general, en todos los registros, desde Le canarien (que es a la única que cita, junto a Lobos); Alegranza y Montaña Clara aparecen también de continuo, desde Torriani y Abréu Galindo, en todos los registros del siglo XVI y siguientes; Roque del Este aparece por vez primera en los mapas de Íñigo de Briçuela y Próspero Casola (1635) y de P.A. del Castillo (1686); y Roque del Oeste sólo desde la cartografía de Antonio Riviere (1741), allí con el nombre de Roquete. No obstante, salvo La Graciosa, constituyen el territorio menos conocido de las Islas Canarias, no sólo por los visitantes foráneos, sino por los propios canarios.


Sobre la soledad y el silencio en que viven estos islotes, y sobre el desconocimiento general que de ellos se tiene, escribió Dulce María Loynaz unas bellísimas líneas:


Sólo el viento las ronda día y noche. Sólo el viento se acerca a ellas, pasa por ellas, penetra en su quemada soledad. El viento es, en verdad, el único habitante de su suelo, porque éstas son las islas Desiertas, las Cenicientas del Archipiélago. Cenicientas por la preterición y hasta por la ceniza. Los barcos huyen de sus costas, los niños olvidan pronto sus nombres aprendidos en la escuela, y hasta las plagas de langostas, cuando vienen de África, pasan de largo sobre los manchones que ellas proyectan sobre el agua. Son hermanas de las Afortunadas, pero ellas no lo son: como frutos de oscura bastardía, estas islas carecen de todo cuanto es gracia, ternura y abundancia en las demás... Alegranza, Graciosa, Isla de Lobos, Montaña Clara, Roque del Este y Roque del Oeste son nombres que se ciñen a sus peñas cual coronas de flores a las sienes de las doncellas muertas (1992: 172-173).


Un lugar hay en la isla de Lanzarote que ofrece una soberbia panorámica sobre el conjunto de este archipiélago menor: en la parte noroeste, desde las cumbres de El Risco de Famara. Hoy es posible hacerlo desde el Mirador del Río, un lugar acondicionado por César Manrique, que se ha convertido en una de las visitas turísticas imprescindibles de la isla. Si se le llama «del Río» lo es un poco impropiamente, pues no es ése un atributo del mirador ni es tampoco su objeto: «El Río» a que se refiere es el canal que separa la isla de Lanzarote de La Graciosa, pero la panorámica a la que se dirige el mirador es al conjunto de los islotes, eso sí, enmarcados todos por el mismo mar. Merece la pena leer la impresión que aquella vista de los Islotes causó a una famosa viajera que recorrió las islas a finales del siglo XIX, la inglesa Olivia Stone, cuando todavía no había en Lanzarote «miradores», pero sí la misma panorámica que ahora se puede contemplar:


Rara vez he visto algo más bello que estas escarpadas rocas de color gris, rojo y pardo, rodeadas de azul. Si se las observa por separado, no hay nada en estas islas, desnudas y sin árboles, que suscite admiración, pero lo que les da su belleza hay que verlo para admirarlo. Es el maravilloso colorido, el cielo azul con nubes aborregadas, y estos islotes escarpados, de vivos colores y desiertos, engarzados como piedras preciosas en un mar turquesa (Stone 1995: 315).

  Glosario:
 

Chinijo : Voz propia de Lanzarote con el significado de 'pequeño', especialmente referida a los niños, y siempre con valor afectivo. Desde hace algunos años suele usarse la expresión Archipiélago Chinijo para el conjunto de los Islotes del norte de Lanzarote.


Islote // Islotes // Islotito: El término islote tiene en la toponimia de Lanzarote (y en su habla popular) dos referencias bien distintas: primero, la común de 'isla pequeña', que se da a las islas del archipiélago «chinijo» del norte, en su conjunto (y específicamente a las de Montaña Clara, Alegranza y Roque del Oeste), y a las otras «isletas» de la costa de Arrecife (Islote de las Aves, Islote de San Gabriel, Islote de Fermina) o de la costa de Tinajo (Islotito el Mariscadero y El Islotito); y segundo, la particular de Lanzarote, con referencia a un accidente del interior, de 'pequeño espacio de tierra cultivable rodeado totalmente de lavas volcánicas', como aplicación metafórica del sentido general primero a ese mínimo espacio de tierra útil.

Los topónimos con esta segunda acepción, que son muchos (unos 25), aparecen sólo en los municipios de Tinajo y Yaisa, y en las zonas cubiertas por las lavas del Timanfaya, por lo que hay que suponerlos (a ambos, a los accidentes como tales y a sus correspondientes topónimos) de creación moderna, posteriores a las erupciones de 1730-36. El complemento con que suelen designarse estos Islotes, constituido generalmente por antropónimos (Islote Cho Gregorio, I. Cho Capote, I. de Fermina, etc.), denotan la vinculación a una propiedad. El más famoso de ellos es el Islote Hilario, en el mismo centro del Parque Nacional de Timanfaya, sobre el que se cuenta la leyenda de que en él existía una higuera frondosa pero sin fruto, «porque nunca puede salir fruto del fuego».


El término islote con este segundo sentido ha sobrepasado los límites de Lanzarote y se ha instalado también como topónimo en la isla vecina de Lobos (Islote de Barreto e Islote de la Cárcel), y hasta en la parte más cercana de Fuerteventura, en el mun. de La Oliva (Islote Rodrigo, Islote Redondo, etc.).



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